El infierno y por qué aún conservamos nuestras almas

miércoles, 30 de mayo de 2018
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Ahora va una historia. Me gustaría poder decir que esto le ha ocurrido a alguien más, como a ese tan famoso primo de un amigo, del que abusan los comerciales de remedios contra las hemorroides, pero no. ¿Qué va? Esto me ha pasado a mí.

Pasa que como todo buen mexicano que se respete, tengo que hacer un trámite en una de nuestras instituciones gubernamentales. Ay dios, si hasta raro suena eso. Pues bueno, en alguna de esas tantas cosas que el gobierno tiene por ahí dispersas en las ciudades para hacer sitio o qué sé yo. Poca gente sabe para qué sirven todas las instituciones -La inteligencia media de sus empleados me dice que tampoco ellos lo llevan del todo claro.

Sucede que he estado teniendo que hacer ese trámite desde hace varios meses. 6, por decir un número. Y sucede que he estado intentando comunicarme con ellos, los que tienen como propósito orientarme, desde esa cantidad de meses.

Durante el primer mes he decidido empezar las cosas de forma tranquila. Les envié un correo electrónico con la información que necesitaba, así como amplios detalles sobre la situación que era importante aclarar. Nada. Al paso de los días imaginaba que mi mensaje había sido tragado por un agujero negro en algún rincón de nuestra galaxia o qué sé yo.

en el segundo mes, avancé un paso en mi estrategia. Ubiqué los teléfonos de sus oficinas, 8 para ser exactos, y empecé a marcar como loco todo los números, uno por uno, hasta que alguien me respondiera.

Si crees que en las oficinas gubernamentales te responde una grabación diciendo “Estás hablando al departamento donde les chupamos la sangre a todos los mexicanos en forma de impuestos para desviarlo a los gobernadores corruptos, este es nuestro menú principal”, estás en un error. En estas oficinas como mucho te da el tono de teléfono en espera, eso que escuchas cuando llamas a tu cuñado y no responde, el muy infeliz. Y claro, me había encontrado un par de extensiones donde la misma señora de siempre me decía cosas bonitas como “El número que usted marcó está fuera de servicio”, pues vaya trabajo que hacen los de esa oficina, deberán estar muy ocupados respondiendo los teléfonos desconectados, oiga.

Casi me da un ataque cuando uno de los teléfonos a los que estaba marcando respondió algo más útil que los tonos de llamada, y en seguida me ponen una grabación con un menú principal -Vaya, méxico todavía tiene esperanza! La cosa decía más o menos así:

“bienvenido a [el infierno], elija una opción. 1. Información sobre algo que no me interesa. 2. Reportar algo que no me interesa. 3. Matarlos a todos. 4. Ignorar el gobierno, quién va a revisar esto después de todo? 5. Hablar con un asistente sobre problemas administrativos. 6. Hablar con un asistente sobre problemas con su perro, esposa, hijo o hermano. 7. Hablar con un asistente sobre lo único que sí me interesa”.

Luego de tragarme todo el menú (sorpresa: si pulsas el número no hace nada, hay que esperar a que el hombre ese acabe de hablar) te pasan un mensaje donde te reiteran lo importante que es tu alma para este gobierno, por favor, espera un momento.

  • Oficina del infierno.
  • Buenos días, mi nombre es… click.

Pues vaya. Que he tardado para hablar con esa gente y lo primero que ocurre es que el teléfono no se ha portado a la altura. Ahí me tienes llamando una segunda, tercera, cuarta y quinta vez, y todas las veces con el mismo resultado. Al principio había creído que el problema estaba en el teléfono, pero ya para la quinta vez estaba convencido que el operador no quería dejar el Facebook en paz para atender a un molesto ciudadano que nada más paga sus impuestos.

Mi siguiente estrategia durante ese mismo día fue marcar el número 5. A este punto ya estaba decidido que me escucharían, sin importar quién fuera. Nuestra conversación, miles de veces más amable que la de los otros asistentes, fue tal que así:

  • Buen día, le atiende [notengonadamejorqueestaraquí], ¿En qué puedo ayudarle?
  • buenos días, mi nombre es [yo] y me gustaría solicitar información sobre cómo inscribir a una pobre alma pura a este infierno.
  • Sí señor yo, pero usted sabe a qué departamento está comunicándose, ¿Verdad?
  • Sí, lo que pasa es…
  • Somos el departamento administrativo.
  • Vale, de acuerdo, pero lo que pasa es que he estado intentando comunicarme con la gente de información general y me pasa algo muy raro. Me responden y luego finalizan la llamada.
  • Uy sí, eso es lo que hacen ellos.
  • ¿Por qué?
  • No sé señor yo, yo no trabajo en ese departamento.
  • ¿Entonces cómo sabe que eso es lo que hacen ellos?
  • Porque la gente llama aquí para quejarse.
  • ¿Y qué se puede hacer al respecto?
  • Pues venga aquí en persona y pida la información necesaria.
  • Sí pero me queda lejos, muy lejos, y estoy en mi trabajo ahora mismo. Trabajo 27 horas al día los 9 días de la semana, no puedo pedir información por teléfono?
  • Sí, claro que puede señor yo, en virtud de la ley 24190, párrafo 4, sección 28, subsección 666, el infierno establece que está usted en posesión del derecho de solicitar información sin vender su alma aún, por teléfono o internet.
  • Perfecto. ¿Cómo puedo obtener la información que necesito?
  • Muy bien señor yo, le voy a dar instrucciones muy bien detalladas para que solicite la información que usted necesita.
  • Muchas gracias.
  • primero, en su teléfono, marque el siguiente número: 666-666-66 - Esto no puede ser. Me estás dictando el número al que estoy llamando en este momento? Cómo te imaginas, oh criatura del señor, que estamos hablando ahora mismo? Pero no, no dije nada. Todavía tenía algo de fe en la humanidad.
  • Ajá.
  • Cuando la llamada sea respondida, va a escuchar un menú principal. Presione la tecla 5, espere a que le respondan, y cuéntele todo al asistente que le ayudará con su información. - Sí, la humanidad me traiciona constantemente. Culpa mía por tenerles fe.
  • pero señorita, eso es lo que he hecho desde hace un par de horas y siempre me terminan la llamada.
  • Uy sí, es que eso es lo que hacen.
  • Y sí, pero qué hago cuando pase eso?
  • Puede volver a marcar.
  • Y si no funciona? y si hacen lo mismo de nuevo?
  • Pues no lo sé señor, yo estoy en el departamento administrativo, aaadmiiiniiistrraaatiiivooo, no de información general. Si tiene problemas con información general, llame a información general. Si tiene problemas con algo administrativo, llame al departamento administrativo. Si gusta lo puedo transferir a información general.
  • Sí, eso estaría bien.
  • Con gusto señor, no me cuelgue.
    Varios piiiips después…
  • Departamento de información general, lo atiende [lavidaesunamierda].
  • Buenos días, mi nombre… click. De nuevo. En toda la cara.

A que es divertido, verdad? Pues sí y no. Esto parece broma, pero a grandes rasgos define mi día uno de estos meses. Cuando terminé la llamada solo me prometí que voy a hacer el esfuerzo para visitar el infierno, y ver qué tanta diferencia habrá con todos esos demonios que no quieren responder el teléfono. A ver si de paso me llevo algo de diversión en el camino. Me pregunto yo, si así son las cosas cuando les venderás tu alma, cómo será el proceso para otros trámites menos comprometedores?

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